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miércoles, 27 de septiembre de 2017

La incontrolable virtualización de la enseñanza presencial

¿Pero dónde están los alumnos? Decía el jefe de estudios de un centro universitario público y presencial. No le salían las cuentas, tenía que haber 1400 alumnos, sin embargo, a la hora del “recreo”, había poco más de 300 en el patio ¿Dónde está el resto?
En la enseñanza pública es la sociedad la que se hace cargo de la mayor parte del coste por alumno; es decir, es quien paga a su profesorado, los recursos que utilizan, los servicios, los laboratorios, etc. Parece pues que la persona que no va a clase debería ser reprobada por la sociedad, e incluso expulsada, ya que no aprovecha los recursos y se los quita a otra persona.
Pero no, la sociedad lo que valora o reprueba son las notas, el expediente académico. Si el alumnado aprueba, toda va bien, aunque no haya ido a clase. Si suspende, todo va mal, aunque haya ido a clase.
Y si lo pensamos bien, ¿para qué va a ir un alumno a clase?, si los apuntes y las clases están en internet, si el examen se basa en el estudio de esos apuntes y si, además, el profesor puede ser un poco soso. Pues el alumnado preferirá dedicar su tiempo a otras cosas, incluso quedarse tranquilamente en su casa estudiando. Lo importante es aprobar, no asistir a clase.
Parte del profesorado echa la culpa a internet y, por tanto, pretende volver a la Edad Media, para que el alumnado no tenga otra posibilidad de acceder al conocimiento más que en el aula y con el profesorado como única fuente. Otra parte del profesorado aprovecha la muy mal utilizada evaluación continua como arma opresora contra el alumnado (cada dos días un examen). Y otros utilizan estrategias “innovadoras”, como puntuar la asistencia a clase y, al mismo tiempo, impedir presentarse al examen si tiene más de 4 faltas de asistencia.
Actualmente se puede acceder a conocimiento sobre cualquier asignatura presencial o virtual a través de internet. Por lo que el profesorado debe ser consecuente con la situación actual y adaptarse a ella. La enseñanza presencial debe adaptarse mucho y lo antes posible. En caso contrario será el alumno quien se adapte y, entre otras cosas, optará por hacer virtual la enseñanza presencial.
Si no nos adaptamos, la sociedad dejará de preguntarse ¿por qué un alumno no va a clase? Se preguntará ¿por qué un profesor va a clase?
 
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