Las
lluvias torrenciales de estos días están provocando tremendos arrastres de la
cobertura de suelo en los terrenos afectados por la oleada de incendios
forestales de este otoño. La erosión causada tendrá efectos irreversibles y
supondrá un tremendo impacto ambiental, ya que más de 10.000 has. de esa
superficie total corresponde a espacios protegidos. La cifra total podría
superar el millón y medio de toneladas de tierra, arrastrada por el agua.
La pérdida
de suelo vegetal de incalculable valor hasta los cauces fluviales causará
gravísimas pérdidas ecológicas, al dejar sin protección laderas enteras y
colmatar los frezaderos de los ríos y los bancos marisqueros de las
desembocaduras.
Datos
científicos muestran que en Oia, una de las zonas en las que se actuó tras los
incendios del verano de 2013, los técnicos responsables comprobaron que en las
parcelas que no habían sido tratadas se perdieron hasta 31,6 toneladas de suelo
por hectárea. Sin embargo, en las parcelas similares tratadas con el acolchado
de paja la erosión era un 92 % más baja, según datos aportados por José Antonio
Vega, jefe del departamento de Protección Forestal de Lourizán en mayo de 2015.
La
miserable inversión realizada este año, después de la catástrofe de octubre, en
aportes de cobertura de paja, ha sido ridícula, como lo demuestran las
tremendas imágenes de hace unos días, facilitadas por personal perteneciente a
los servicios de vigilancia ambiental de la propia Xunta, en uno de los
ayuntamientos mas afectados. ARCO IRIS responsabiliza de la pérdida de este
irrecuperable patrimonio a las consellerías de Medio Rural y Medio Ambiente,
que han vuelto a dejar el monte quemado en un estado de abandono intolerable.
Galicia pagará a corto y medio plazo una desorbitada factura por esta desidia
institucional.
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