Sin embargo, Facebook personifica todo lo malo de las grandes tecnológicas: el deseo de conseguir un crecimiento sin límite mezclado con la torpeza a la hora de lidiar con las consecuencias. La lista incluye la manipulación política, las noticias falsas y el ciberacoso. En este sentido, Facebook es un laboratorio de pruebas debido al recrudecimiento de las presiones sociales y políticas.
En octubre, Zuckerberg afirmó que la compañía estaba decidida a enmendar sus errores. Facebook triplicaría su plantilla de seguridad y cumplimiento de 10.000 a 30.000 trabajadores. Pese a estas medidas, el Congreso de EEUU está buscando la forma de reforzar la supervisión de la publicidad política en las redes sociales. Se desconoce aún qué forma adoptará la legislación. Los ejecutivos tecnológicos, como la mayoría de los jefes, están mal preparados para resolver problemas sociales de los que son en parte responsables. Pero una compañía que tiene una misión social explícita, a la cual se acoge cuando le conviene, no puede desentenderse de sus responsabilidades cuando se permiten ataques contra la seguridad personal y la democracia. Si Zuckerberg no puede recuperar la confianza pública sin ayuda, habrá una dura intervención estatal. Y esto será un problema para el negocio.
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