La mediación familiar busca que las parejas solucionen
sus conflictos sin recurrir a la intervención judicial, especialmente en
la tramitación de una separación o cuando hay que establecer la custodia de
hijos
La validez del acuerdo puede materializarse ante un
notario y el cumplimiento de la resolución tiene el mismo valor que una
sentencia
En España existen oenegés como UNAF que prestan un
servicio gratuito pero, sin embargo, el grueso de las mediaciones que se
tramitan pasan por la vía intrajudicial.
Las salas de mediación familiar son espacios diáfanos y despejados. El
mobiliario y las herramientas de la sesión son los estrictamente necesarios
para que quienes han acudido al servicio salgan con los deberes hechos. Tres
sillas formando un triángulo en el centro de la habitación, una pizarra de
caballete y una calculadora. No hay mesas, plantas, estanterías u otros
elementos susceptibles de apartar la atención del objetivo: el diálogo. Se
trata de que las familias encuentren en esta asistencia un recurso útil para
solucionar un conflicto sin recurrir a la intervención judicial, especialmente
en la tramitación de un divorcio o cuando hay que establecer la custodia de los
hijos.
Organizaciones internacionales trabajan en ello desde hace años y, aunque
los datos recogidos por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) indican
que la mediación está en auge en nuestro país, entramos dentro del exiguo 1% de
europeos que lo elige de forma voluntaria. La principal razón por la que se
registra esta cifra es el desconocimiento, tanto de qué es como de las formas
que hay de hacerlo, según los expertos.
En España existen entidades que prestan un servicio de mediación familiar
gratuito y, sin embargo, el grueso de las mediaciones que se tramitan pasan por
la vía intrajudicial. De acuerdo con los últimos datos del CGPJ, de las casi
1.400 mediaciones efectuadas en los juzgados, el 39% terminó en acuerdo. Sin
embargo, las asociaciones apuntan que, según sus estadísticas, el 80% de las
familias que lo hacen de forma extrajudicial logran resolver el conflicto.
Los juzgados de familia tienen la posibilidad de mandar a las parejas a un
servicio de mediación. Es decir, se detiene temporalmente el procedimiento
contencioso para que las partes tengan una primera entrevista informativa y, si
quieren, se desarrolle la mediación. "Ahí ya hay elementos que no
favorecen el acuerdo. En primer lugar, aunque de forma voluntaria, acuden por
mandato de un juez. Ya hay partes, abogados, un procedimiento abierto… Quienes
acuden a nuestra mediación –explica Moya – lo hacen por su propio pie
y, en principio, con la completa voluntad de colaborar".
Manahem es especialista en
conflictos familiares. Cuenta que la mayoría de los casos que acuden a su
intervención son parejas en trámites de separación, con uno o dos hijos,
casados o no (cada vez son menos los matrimonios), y cuyos miembros superan los
40 años. También son mayoría quienes llegan por el "boca a boca", por
eso es difícil que varíe el perfil del usuario. Para acabar con esto y
visibilizar el servicio de mediación entre parejas más jóvenes y quitar el
estigma sobre las separaciones y divorcios, la UNAF ha lanzado recientemente la
campaña 'Todo el mundo gana'.
Las fases del proceso de mediación
Hemos hablado con el mediador sobre el proceso extrajudicial: cómo es y qué
ventajas posee sobre el litigio. "Hay una primera entrevista informativa que no les obliga a seguir, se les
da a conocer en qué consiste el servicio, se resuelven dudas. Si la pareja
decide que quiere continuar, la segunda
fase es la que llamamos pre-mediación, en la que el profesional trata de
verificar la decisión de las partes implicadas en relación a la ruptura: si
tienen clara la separación o cabe la posibilidad de que el conflicto se
resuelva con una segunda oportunidad".
Cuando se inicia la fase de mediación como tal, se negocian todos los
aspectos que tienen que hablar. El mediador, digamos, marca el rumbo, pero los
miembros de la pareja son los que toman las decisiones. Se utiliza la pizarra
para anotar los puntos en los que se logran acuerdos. "También como
progenitores: cómo se van a relacionar con sus hijos, qué tiempo van a pasar
con ellos, tanto en vacaciones como en periodo escolar, qué gastos tienen que
afrontar (para esto necesitábamos la calculadora) y cómo lo harán. Si tienen
bienes en común, cómo se van a repartir…". La validez del acuerdo puede
materializarse ante un notario y el cumplimiento de la resolución tiene el
mismo valor que una sentencia.
¿Por qué es mejor que la mediación derivada de juicio? Para Moya, tiene un menor coste
en tres terrenos. En el emocional porque "el clima es más tenso si te
enfrentas como parte que si lo haces en conjunto con tu pareja". El coste
económico también es mucho menor. El servicio de UNAF es completamente gratuito, por lo que el
ahorro es del 100%, pero la diferencia en el gasto sigue siendo significativa
si se recurre a un despacho mediador. Según el primer directorio de servicios
profesionales de mediación, mientras el coste de un despacho suele oscilar
entre los 300 y los 1.000 euros, si se pasa por la vía judicial puede ascender
a los 2.000 o 3.000 euros.
Los tiempos también se reducen fuera de los juzgados. "La periodicidad
de nuestras sesiones es semanal, y suele ser suficiente con seis u ocho (cada
sesión dura alrededor de
una hora), por lo que suele completarse en unos dos meses", explica el
mediador de UNAF. A través de la vía judicial, por el contrario, el
procedimiento puede llegar a extenderse uno o dos años según la complejidad y
hasta siete si llega al Tribunal Supremo.
Si son todo ventajas, ¿por qué el grueso de conflictos familiares se sigue
resolviendo en los juzgados? La Unión Europea reguló mediante una recomendación
la mediación familiar cuando el número de divorcios en los países miembros
subía como la espuma. Esto, además de tener importantes consecuencias para las
familias, produce enormes costes económicos y sociales a los estados. En
consecuencia, la UE instaba a los países a institucionalizar en sus
ordenamientos la mediación en el ámbito familiar o reforzarla si es que ya la
tenían establecida. De esto hace casi dos décadas. La mediación no es algo
incipiente, pero no acaba de despegar. Manahem Moya cree que el problema
es que no se entiende como una labor cultural y educativa.
"Culturalmente estamos acostumbrados a solucionar los conflictos en
los juzgados", asegura desde su experiencia como mediador. El informe de
UNAF apunta en el mismo sentido: que bebemos de la década de los 90, cuando
"familias de tipo autoritario y jerarquizado" que tendían a dirimir
los conflictos de forma violenta y contenciosa. "Afortunadamente, en esto
ha cambiado mucho el panorama familiar. Sin embargo, la mediación todavía no es
suficientemente conocida", reconocen las conclusiones del informe sobre la
evolución del servicio.
En la actualidad, las mujeres inician el 27% de los trámites de mediación y
de petición individual de divorcio, frente al 16% de los hombres. El porcentaje
se ha ido igualando de forma progresiva en las últimas décadas: mientras que
durante los primeros años del servicio eran fundamentalmente las mujeres solas
las que acudían a la primera cita, el número de casos en los que acuden ambos
se ha llegado a incrementar un 80%, según los datos de la UNAF. "La
evolución en el modelo de las parejas atendidas viene a ser un reflejo de los
cambios de las familias españolas en las tres últimas décadas. Debemos seguir
enseñando que los conflictos se resuelven mediante colaboración y no mediante
enfrentamiento", concluye Moya.
Qué más puede hacer la mediación
Fuera del ámbito de la pareja, el divorcio, el matrimonio… ¿Para qué más
sirve la mediación?
"Se está trabajando mucho la mediación familiar intergeneracional. Es
decir, padres de hijos adolescentes con problemas típicos de la edad, los problemas
de convivencia que puedan surgir de ahí. Problemas de aceptación de una
separación por parte de los hijos. Los mediadores que trabajan en este terreno
están especializados en conflictos intergeneracionales porque cambia el ámbito
de aplicación y el contexto. No es lo mismo trabajar entre iguales (pareja) que
con un menor. Por otro lado, se está realizando una mediación familiar que hace
hincapié en el cuidado de los mayores dependientes. Cómo se les cuida, quién
les cuida, durante cuánto tiempo y cada cuánto, el coste de los cuidados….
¿En qué casos no se puede aplicar la mediación?
"Aunque la mediación
pueda parecer a simple vista una intervención muy atractiva y se intente
aplicar a todas las situaciones, hay casos en los que la mediación no puede
trabajar, como son los de violencia de género (el hombre la ejerce sobre la
mujer por el hecho de serlo) o doméstica (ejercida sobre cualquier miembro del
ámbito familiar). La mediación ni puede ni debe trabajar en eso, es un delito y
se tiene que resolver por la vía judicial"
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