Nace la
primera unidad de dislexia, un trastorno congénito y hereditario.
Se caracteriza por una dificultad para leer y escribir y no
tiene nada que ver con déficits visuales o intelectuales
SANDRA ALONSO
No
tiene nada que ver con la orientación, con la dificultad para reconocer colores
o para diferenciar derecha e izquierda. La dislexia es un trastorno
específico y persistente del aprendizaje, de origen
neurobiológico. Y no se puede explicar por ningún tipo de discapacidad
intelectual, auditiva, visual o con problemas del comportamiento. Se nace y se
muere con dislexia, es congénita por lo tanto, y además hereditaria. Y aunque
suele diagnosticarse más en los niños, la prevalencia es idéntica entre hombres
y mujeres.
Galicia tiene
ya su primera unidad de dislexia, centrada específicamente en esta
dificultad de aprendizaje. Se llama UIID (Unidad de Investigación e
Intervención en Dislexia), está en la Facultad de Ciencias da Educación de la
Universidade de Santiago y su directora es la profesora del centro, Paula
Outón. Aunque acaba de empezar a caminar -empezó a funcionar en septiembre-,
en tres meses ya ha tratado a 23 niños de distintas edades.
Con
la dislexia hay muchas creencias que no son ciertas. Por ejemplo, no se cura,
pero puede llevarse a cabo un aprendizaje totalmente normal, aunque el menor
precise más tiempo para hacer las tareas. De hecho, para diagnosticarla hay que
descartar que el nivel de aprendizaje no sea normal, porque si es bajo ya
habría que hablar de otro problema. Como hay distintos grados de dislexia, hay
pequeños que precisan apoyo durante toda la escolaridad, y otros que hasta que
llegan a secundaria pasan totalmente desapercibidos. Por eso también la
prevalencia es muy variable. Hay estudios que dicen que un 2 % de la población
tiene dislexia, y otros lo elevan al 20 %. ¿Por qué? Porque depende de los
criterios que se utilicen para seleccionar a la muestra «ya que no hay una
definición universalmente aceptada», apunta Outón. En un trabajo realizado en
Canarias, por ejemplo, se halló una prevalencia del 3,2 % en esa comunidad.
Otra
de las creencias equivocadas es que es un trastorno que aumenta. No,
simplemente ahora se detecta, «cuando empecé a investigar en el 96 -explica
esta profesora- en todos los colegios de Santiago había un solo niño
diagnosticado, cuando se estima que hay uno o dos por aula». Tampoco es más
prevalente entre niños que entre niñas, aunque se diagnostica más en los
primeros «porque al no ser capaz de seguir el ritmo de la clase, molestan más».
Para detectarla, aunque tiene un origen neurobiológico, se utiliza un examen
psicopedagógico «no hay ninguna prueba neurológica que te dé un diagnóstico
-aclara Outón-, se habla de una heterogeneidad genética pero aún no está muy
claro qué genes intervienen».
¿Cómo
se detecta?
La dislexia se detecta ya en la etapa
de infantil. El niño tiene dificultad para leer y escribir. Si debe decir papá
pronuncia dadá, o en la escritura se altera el orden de las letras o se omiten.
Al llegar a la adolescencia los problemas se centran en la fluidez lectora y en
faltas de ortografía arbitrarias, porque el menor ya domina el código escrito.
¿Y
cómo debe tratarse?
Cuanto antes se intervenga, mejor. De
hecho algunos profesores recomiendan a los padres esperar a que el niño madure
porque puede tratarse simplemente de un desarrollo tardío del lenguaje escrito,
pero Paula Outón asegura que lo adecuado es intervenir «ya sea dislexia o no,
así se detectan antes las dificultades».
En
la unidad de dislexia de la USC se diagnostica y también se llevan a cabo
programas individualizados si los padres lo desean, porque cada niño tiene unas
dificultades concretas. Outón pone algunos ejemplos: para adquirir el código
escrito se sigue la metodología de Gillingham y Stillman, empleando la visión,
la audición, el tacto y el movimiento para que el niño asocie la correspondencia
entre grafía y fonema, y entre fonema y grafía. En el caso de la fluidez
lectora, utiliza la lectura repetida de palabras aisladas y textos. Dice Paula
que el texto teatral, con diálogos cortos, exclamaciones e interrogaciones, y
en el que además no solo participa el niño, «hace que los pequeños se sienten
más animados», concluye.
«La dislexia se detecta tarde y mientras, los niños sufren mucho»
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2019/01/28/nace-primera-unidad-dislexia-trastorno-congenito-hereditario/0003_201901G28P24991.htm
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