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miércoles, 30 de julio de 2025

Florencio Garrido Vela: Memorias de una lucha por la democracia y la dignidad en la Guardia Civil


Florencio Garrido Vela, conocido por muchos como “Charly, Esteban, Floren, G. Vela”, rememora en un emotivo escrito los años de lucha y sacrificio en defensa de los derechos de los guardias civiles y la construcción de un movimiento asociativo que, pese a las adversidades, logró romper silencios y abrir caminos hacia la democracia interna en la institución.

Un puente con Europa: Portugal, Bruselas y Berlín

La historia comienza en Lisboa, cuando Garrido viajó para apoyar a la Asociación Profesional de Guardas (APG) de Portugal, enfrentada a problemas similares a los de España. En el Congreso de los Diputados luso, junto al presidente de la APG, expuso la realidad que vivían ambos colectivos.

Al año siguiente, la APG invitó a Garrido y a Morata a participar en una multitudinaria manifestación en Lisboa, siendo la primera vez que guardias civiles españoles se manifestaban a cara descubierta fuera del país. Con la presencia de 15.000 compañeros portugueses y junto a Pepe Tejero del SUP, Garrido tomó la palabra frente al Parlamento, dejando un momento grabado en la memoria colectiva. Posteriormente, los viajes continuaron hacia Bruselas, donde se mantuvieron reuniones con responsables de Interior de la UE, y a Berlín, invitados por el SUP, donde se adquirieron compromisos de apoyo internacional a la causa.

Reuniones con la Dirección General y el peso de los Generales

El entonces Director General de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, llegó a manifestarle a Garrido su deseo de conocerlo, reconociendo la fama y la trascendencia de sus reivindicaciones. A pesar de señalar que “los Generales aún pesaban mucho”, Valdivielso mostró cierta disposición a mejorar la situación de la tropa y suboficiales.

Un recorrido por España: delegaciones, sacrificios y represión

Garrido repasa en su testimonio el esfuerzo realizado en diferentes delegaciones del país: Murcia: pionera en el movimiento asociativo, con líderes como Bartolomé y Fresneda. Melilla: tras una presentación multitudinaria en 1995, el delegado Aranda y el tesorero Adolfo fueron injustamente interrogados y agredidos, dejando secuelas irreversibles. Cantabria y Asturias: con figuras como José Luis Alcaide y Bargados, que contribuyeron al fortalecimiento de la organización. Cataluña: con protagonistas como “el Gipi”, Cabrera, Yolanda, Santi Valdeperas, Maribel y Andrés “el Moli”, que lucharon contra la represión y defendieron la conciliación familiar frente al despliegue de los Mossos. Incluso se llegó a proponer un plan de ahorro millonario para Cataluña, rechazado por pactos políticos. Valencia y Castellón: con líderes como Fernando, Andrés Castro y el incansable Comandante Morata, ejemplo de entrega y sacrificio personal, pioneros en proyectos como “Coproper”. Garrido recuerda también los momentos de represión institucional: querellas con peticiones de cárcel, presiones y aislamiento. A pesar de ello, la conciencia de “haber cumplido con el deber” fue la mayor recompensa.

Familias y sacrificio: el pilar invisible

El relato dedica un sentido homenaje a las familias de los guardias civiles, quienes soportaron años de persecución y acompañaron la lucha desde la sombra, saliendo a la calle cuando fue necesario, incluso arriesgando su integridad física.

“Sin ellas, no habríamos aguantado tanto”, escribe Garrido, recordando los cortes de carreteras en Cataluña y las manifestaciones en Madrid y en todo el país.

Un monumento que debe perdurar

Florencio Garrido define el movimiento asociativo como un “monumento construido por obreros y arquitectos”, forjado con esfuerzo, sacrificio y principios, que no debe ser destruido ni olvidado. Reconoce a quienes ya no están y expresa el deseo de que ningún guardia civil vuelva a sufrir cárcel, expedientes o expulsiones por defender derechos fundamentales.

Llamado final a la unidad y a la democracia interna

En su despedida, Garrido insiste en que la verdadera libertad consiste en defender no solo los propios derechos, sino también los de los demás. Subraya que las directrices de la Asociación deben surgir de abajo hacia arriba, respetando al asociado y a los delegados, y pide evitar intereses personales.

Con un mensaje de esperanza, concluye: “Espero que dentro de no mucho tiempo consigamos aquello por lo que durante todos estos años hemos luchado. A todos los que habéis luchado y seguís luchando para conseguir la democracia, dignidad y libertad… ¡Hasta siempre!”

Para terminar Ya. Años de corrupción generalizada, los guardias civiles nos pusimos de pie para cumplir con  nuestras obligaciones, fuimos perseguidos, maltratados y muchos expulsados, cumplimos con nuestro deber Institucional y de ciudadanía. Sufrimos querellas y persecuciones como la del General de cuyo nombre no quiero acordarme, mano derecha de Luis Roldán, que pedía cárcel y 100 millones de pesetas de indemnización. Pasamos años de incertidumbre, apenas con lo justo para vivir, soportando en silencio lo que pocos conocieron. Estoy convencido de que aquellas filtraciones salvaron la vida del Director General. Nunca hubo un reconocimiento ni una mención en Asambleas o Congresos. A raíz de ello, muchos compañeros abandonaron el asociacionismo. Nuestra única recompensa fue y sigue siendo saber que cumplimos con nuestro deber dentro y fuera de la Guardia Civil. Siempre agradecidos a Fornet y a Piñeiro, ellos siempre estuvieron dando la cara y en el lugar donde se les necesitaba, como era habitual.

 
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