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jueves, 27 de diciembre de 2012

Ley de huelga



En este último mes estamos viviendo una oleada de huelgas repetitivas y molestas para los usuarios de servicios públicos y en Madrid especialmente. Los sindicatos con reivindicaciones políticas más que económicas han emprendido una huida hacia adelante difícil de parar. Del derecho a la huelga se ha pasado a la tiranía de las minorías sobre la mayoría de la población y eso no es democrático.

En la huelga de sanidad madrileña se han anulado 40.000 consultas y 7.000 operaciones concertadas que han provocado verdaderos dramas humanos a quienes su vida pueda depender de estos actos médicos. Es una postura incomprensible de quienes dicen defender la sanidad publica, mas bien parecen ser ellos que más interés tengan en desmantelarla. Mas cuando muchos de los que protestan por la mañana trabajan simultáneamente en la privada por la tarde.

Las huelgas del transporte público está impidiendo que muchos de aquellos que aún trabajan puedan acudir regularmente a sus puestos de trabajo. Para el metro de Madrid han anunciado huelgas indefinidas para estos días cuando la gente va a desplazarse compras de Navidad o para las Cabalgatas de Reyes.

Las huelgas ya no son lo que eran. Pocas huelgas se hacen contra las empresas privadas que han han hecho ajustes mucho más radicales si no han tenido que cerrar. El perfil de los huelguistas suelen ser ahora empleados de servicios públicos básicos. Ahora el huelguistas no ataca los intereses del patrón. Ataca los intereses de terceros ajenos al negocio para que estos presionen al empresario. Esto es insolidario e injusto.

Cuando los perjudicados de las huelgas son siempre los ciudadanos y no los patronos que causan con sus cambios o recortes las protestas es que algo está mal. Y lo que no está bien hay que eliminarlo o cambiarlo por lo menos. Por ello es imprescindible que el Gobierno regule mediante ley cuales son los servicios indispensables frente a los derechos particulares de estos trabajadores y ponga en el otro platillo de la balanza los derechos de los ciudadanos que somos los que sufrimos las consecuencias.
 
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