En este último mes estamos
viviendo una oleada de huelgas repetitivas y molestas para los usuarios de
servicios públicos y en Madrid especialmente. Los sindicatos con
reivindicaciones políticas más que económicas han emprendido una huida hacia
adelante difícil de parar. Del derecho a la huelga se ha pasado a la tiranía
de las minorías sobre la mayoría de la población y eso no es
democrático.
En la huelga de sanidad
madrileña se han anulado 40.000 consultas y 7.000 operaciones concertadas que
han provocado verdaderos dramas humanos a quienes su vida pueda depender de
estos actos médicos. Es una postura incomprensible de quienes dicen defender
la sanidad publica, mas bien parecen ser ellos que más interés tengan en
desmantelarla. Mas cuando muchos de los que protestan por la mañana
trabajan simultáneamente en la privada por la tarde.
Las huelgas del transporte
público está impidiendo que muchos de aquellos que aún trabajan puedan
acudir regularmente a sus puestos de trabajo. Para el metro de Madrid han
anunciado huelgas indefinidas para estos días cuando la gente va a desplazarse
compras de Navidad o para las Cabalgatas de Reyes.
Las huelgas ya no son lo
que eran. Pocas huelgas se hacen contra las empresas privadas que han han hecho
ajustes mucho más radicales si no han tenido que cerrar. El perfil de los
huelguistas suelen ser ahora empleados de servicios públicos básicos. Ahora el
huelguistas no ataca los intereses del patrón. Ataca los intereses de terceros
ajenos al negocio para que estos presionen al empresario. Esto es insolidario e
injusto.
Cuando los perjudicados de
las huelgas son siempre los ciudadanos y no los patronos que causan con sus
cambios o recortes las protestas es que algo está mal. Y lo que no está
bien hay que eliminarlo o cambiarlo por lo menos. Por ello es imprescindible que
el Gobierno regule mediante ley cuales son los servicios indispensables frente a
los derechos particulares de estos trabajadores y ponga en el otro platillo de
la balanza los derechos de los ciudadanos que somos los que sufrimos las
consecuencias.
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