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domingo, 15 de enero de 2012

Felipe González utilizo a mercenarios de Franco para el GAL


  • Dentro de poco las notas biográficas y auténticas demostrarán la grave implicación desde el estado socialista en el terrorismo de estado, junto con la Operación Columna se unirán al procedimiento judicial de ilegalización del PSOE.



  • Felipe González utilizo a mercenarios de Franco para el GAL

    15 ENE 2012
    Felipe González, en La Moncloa, en una foto de archivo. /Getty ImagesCarlos Plaza.- Cherid y Perret, ex militares de Argelia, fueron fichados para la guerra sucia socialista. El jefe del GAL, Hitier, dijo ser reclutado por Amedo.
  • El Gobierno socialista que dio luz verde a los GAL aprovechó antiguos contactos de la época del Régimen de Franco para contratar a los mercenarios que se harían cargo de llevar a cabo la guerra sucia contra la banda terrorista ETA.
     Así, se recicló a numerosos ex miembros de la Organización del Ejército Secreto (OAS) francesa, que desde el año 1983 pasaron a estar en nómina del Estado. Estos mercenarios –que tenían una acreditada experiencia en atentados, secuestros y voladuras– ya habían dado su visto bueno a su participación en la operación Doble E que Franco organizó 11 años antes, en 1972, para, mediante atentados, acabar con los terroristas sin implicar a las fuerzas del orden.
    Jean Pierre Cherid, Clement Perret o Christian Hitier son algunos de los nombres que se barajaron en ambas operaciones contraterroristas, en 1972 y 1983.
    El 10 de octubre de 1972 marcó un antes y un después en la lucha contra la banda terrorista ETA. Ese día, el ministro del Interior francés, Raymond Marcellin, aprobó un decreto por el que declaraba “la nulidad de la asociación extranjera ETA” y la obligación de sus líderes de liquidar sus bienes en ese país en el plazo de un mes. Hasta la promulgación de ese decreto, y tal y como LA GACETA informó en el número anterior, el Régimen de Franco había estado planeando emplear mercenarios de la OAS francesa contra objetivos terroristas vascos. Y es que la banda atentaba en España y, al cruzar la frontera, se sabían en el “santuario francés”, al haber declarado el país galo su no intervención de ninguna de las formas en un conflicto que consideraba ajeno, sólo español.
     Sin embargo, 28 días después de la promulgación del decreto francés, los agentes infiltrados en la capital gala, bajo los alias París 1 y 2, aseguraban en un informe que por el momento “no se ha adoptado ninguna medida contra las bases y puntos de apoyo” de la banda terrorista, y que “las bases situadas en Pont-du-Rox y la de ‘La Cheniere’ no han sido tocadas para nada y continúan intactas con su armamento y demás equipo”, tal y como se desprende de los documentos inéditos a los que ha tenido acceso en exclusiva LA GACETA.
    A pesar de este aviso de los agentes, el llamado Decreto Marcellin motivó a las autoridades españolas a enterrar definitivamente –tras retrasarlo varias veces en los últimos meses– la operación Doble E.
    Reacción de la OAS
    Pero esta decisión de España no gustó ni al Coronel, agente de enlace entre el Estado y los comandos de la OAS, ni a los propios comandos implicados en los planes contraterroristas. En el informe de una reunión con el Coronel, este “lamentó que no se le hubieran comunicado los proyectos con más anticipación”, pero que comprendía perfectamente la decisión y justificaba la postura española como absolutamente normal. Insistió en su “evidente disgusto”, y “calificó de falta de seriedad la incertidumbre a que se le tenía sometido”, lo que se había traducido en una preocupación por la indecisión de las autoridades españolas, un sentimiento que “sin duda ha trascendido a sus colaboradores (…) que le habían echado en cara que si es que no sabíamos lo que queríamos o es que estábamos jugando con ellos”.
    Tras el intercambio, y como se observa en los informes que reproduce este periódico, la reacción del Coronel fue la de “dejar todo”, apuntando que “no le pidamos en el futuro nada sobre el particular, puesto que no tendrá fuerza moral para solicitar de nuevo de sus amigos que colaboren”. Y, efectivamente, el Coronel se desvinculó totalmente. Los informes de los Servicios Secretos españoles no le vuelven a nombrar nunca más. Y las menciones a los comandos de la OAS también desaparecen. Al menos, hasta 1983, año en que el Gobierno socialista de Felipe González decide acabar con el problema etarra por la fuerza de las armas. Empezaba la guerra sucia.
    En 1983, lo mismo
    ¿Donde reclutar a los integrantes de los GAL? El Gobierno socialista contaba con el apoyo de José Antonio Sáenz de Santa María. Este militar estuvo de 1971 a 1975 formando parte de la Jefatura de Estado Mayor de la Guardia Civil, por lo que entonces tuvo acceso a los documentos de los servicios de inteligencia que aludían a la operación Doble E, además de conocer los nombres de los franceses que se ocultaban tras los alias de combate. En 1983, Sáenz de Santa María era nombrado Director General de la Guardia Civil, convirtiéndose así en la mano derecha de José Barrionuevo, ministro del Interior y finalmente condenado y encarcelado como chivo expiatorio de la aún no despejada X.
    Ya con un contacto directo con los franceses de la OAS, el PSOE les puede reciclar y conviene con ellos en que, como mercenarios, a cambio de dinero atentarán contra los etarras y personas vinculadas a la izquierda abertzale. Años después, y a medida que fueron saliendo a la luz pública los crímenes de Estado de la guerra sucia, se revelaban los nombres de los integrantes de los comandos. Así, aparece Christian Hitier, el presunto jefe de los GAL en suelo galo; y Jean-Pierre Cherid, Jean-Paul Raguet y los hermanos Clement y Gilbert Perret. Todos franceses y todos ex miembros de la OAS.
    Mercenarios del GAL
    Hitier, el jefe de los mercenarios en Francia, señalaba en 1988 que el inspector José Amedo le dijo que “trabajaba a las órdenes del Gobierno español”, y que “hablaba en nombre del Gobierno y que se trataba de una misión oficial”. El ex combatiente Hitier participó en los GAL aportando información sobre militantes de ETA y reclutando a mercenarios. Con ello esperaba que se legalizara su situación en España y, además, se le compensara económicamente.
    Sin embargo, es Jean-Pierre Cherid el miembro de los GAL más notorio. Este argelino, encuadrado en un batallón de paracaidistas –la tropa de élite–, combatió contra el Frente de Liberación » » Nacional musulmán y finalmente desertó del Ejército para unirse a la OAS. Terminó en España luchando contra ETA, hasta su muerte el 19 de marzo de 1984 en Biarritz, mientras manipulaba un coche bomba que debía estallar junto a un bar frecuentado por familiares de terroristas refugiados en el país vecino.
    No sólo eso, sino que Cherid formó parte del comando del Batallón Vasco Español (BVE) que el 21 de diciembre de 1978 mató al etarra Argala mediante un explosivo adosado a los bajos de su coche.
    A los hermanos Gilbert, por su parte, se les apuntaba como miembros del grupo que el 8 de febrero de 1984 ametralleó el bar Hendayais, situado en suelo francés y a un kilómetro y medio de la frontera española. En el atentado murieron dos presuntos etarras, Vicente Perurena Telletxea y Ángel Gurmindo Lizarraga, Stein. Año y medio más tarde, Clement Perret fue asesinado a tiros en su restaurante de Castellón. Jean-Paul Raguet, que huyó de Argelia por su pertenencia a la OAS, facilitó a “un hombre de Madrid” algunos contactos de ex OAS que podrían cooperar en el GAL. Tras amenazar con contar a la prensa lo que sabía, apareció muerto, con su cadáver escondido y con indicios de haber sido arrastrado.

    En total, y entre 1983 y 1987, el GAL cometió 27 asesinatos, incluyendo el de 8 personas que nada tenían que ver con ETA o su entorno. Protagonizaron también tres secuestros. Además, colocaron innumerables explosivos y realizaron ametrallamientos de miembros de la banda terrorista.
 
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