Cárceles, desahuciados y una sociedad demencial
No creí yo llegar a
ver tantas cosas y tan disparatadas en la sociedad (o lo que esto sea ya) donde
vine a nacer y vivir, va ya para tres cuartos de siglo.
Conocí una cárcel
“moderna” (edificada en la dictadura de Primo de Rivera) y alguna de sus
dependencias, puesto que como “chico de recados y para todo”; en una droguería;
frecuentemente era enviado a aquella “prisión provincial”, portando una gran
bolsa o cartucho de papel, el que contenía diez kilos de bicarbonato sódico... y
una vez identificado “el pedido”, los guardianes de la puerta principal, me
dejaban entrar con “la mercancía”, que invariablemente entregaba en el almacén
de la de la prisión.
Al principio no me
daba cuenta, de aquello y cuando ya fui varias veces, me preguntaba a mí mismo
(soy curioso desde muy niño)... ¿para qué querrán tanto bicarbonato en la
prisión? Yo había visto a mi querido tío Juan José (muerto trágicamente al ser
operado del estómago en el hospital de Sevilla, donde “servía” como soldado en
uno de los numerosos acuartelamientos de entonces)... que éste, que padecía del
estómago, a consecuencia (decía) de un terrible culatazo que un sargento le dio
en el vientre, en los años en que fue combatiente en la guerra civil (“quinta
del biberón”) y a la que fue llevado (a la fuerza) siendo más niño que hombre...
yo lo veía desesperado e incluso a altas horas de la noche (si me despertaban
sus quejidos)... buscar el bicarbonato, de forma desesperada, echar un poco en
la palma de la mano, luego llevarlo a la boca y tragar agua desesperadamente,
luego pasado el tiempo lograba mitigar aquellos “ardores” (decía que eran como
fuego) y entonces podía continuar, o en la cama o en la que fuese
su faena... eran época durísimas y que solo los que las vimos, podríamos
contar... pero el bicarbonato, era la medicina del pobre y servía para “muchas
cosas”; incluso para ablandar “los duros garbanzos” que se comían... “cuando
había dinero para comprarlos, que no era siempre”.
Por
todo ello, presumo que aquellas cantidades “industriales” de bicarbonato que yo
llevaba a la prisión, deberían servir para los garbanzos y puede que para muchos
estómagos... “hechos bicarbonato”, de aquellos presos que se amontonaban en
aquella prisión... “ya digo que moderna para su tiempo”.
El día
que esto escribo, veo una terrible estampa, que se toma en los alrededores de
Madrid y en la que ya van proliferando, colonias de nuevos acampados, en tiendas
de campaña que ellos se proporcionan, o en chamizos o chabolas que estos nuevos
parias se fabrican... son la mayoría de ellos, los desahuciados de sus
viviendas, por el impago de las hipotecas y que sin piedad alguna... los bancos
ejecutan y lo que ya es un drama más, producido por la avaricia y la
irresponsabilidad de “hunos y otros y sálvese el que pueda”; pues a
muchos de estos desgraciados, es que les metieron el dinero cuasi a la fuerza,
le pintaron un porvenir muy halagüeño y luego la recesión actual, se lo ha
vuelto negro... negrísimo, como ya es de sobras conocido.
Ese mismo día,
también en España (Navarra) se inaugura una “gran cárcel”, que entre otras
muchas comodidades, la han dotado con piscina climatizada, celdas de trece
metros cuadrados, con toma de televisión, e incluso han comprado más de
setecientos televisores con pantalla de plasma, para que los prisioneros puedan
gozar de... “lo que muchos que o no trabajan por que no encuentran, o por que lo
que les pagan ya, apenas les llega para lo más imprescindible... no pueden ni
soñar con más”.
En
último extremo, los televisores no van a ser instalados, si bien han sido
comprados y están almacenados... y la piscina tampoco va a funcionar, por cuanto
el mantenimiento de la misma, no es posible costearlo... por cuanto se dice, a
los administradores políticos, les ha dado vergüenza (¿pero tendrán alguna?) el
poner en marcha todas las instalaciones, de este nuevo “monstruo carcelario”,
cuyo presupuesto horroriza, ya que... “una plaza carcelaria y resumiendo, ha
costado lo que varias viviendas (o muchas) más o menos modestas y que de ser
edificadas, hubiesen servido para alojar a estos acampados, que los sociedad
“escupe” de su seno, puesto que al no producir nada... han de quedar a la
intemperie como animales que dejo imaginar a quién esto
lea”.
Y ya no
digo más por hoy... salvo que a mi lado, tengo a mi querido perro “Aníbal” y
mirándolo con tristeza, le digo lo siguiente... ¡¡Qué suerte tienes Aníbal, al
menos tú tienes un amo, que te ha cuidado desde que te destetaron, te ha cuidado
bien y lo seguirá haciendo mientras vivas... o incluso después de mi muerte, si
es que yo muero antes que tú... mis hijos te seguirán cuidando, no te
preocupes!! El perro al hablarle (suelo hablarle muy a menudo) me mira, mueve el
rabo y sigue echado en el trozo de esterillo que le tengo al lado de mi
escritorio... para que no esté en el duro suelo. Luego releo lo escrito y “lo
pongo en lista de espera”, para publicarlo un día de estos, tan absurdos y
tristes como tantos otros, pensando en una “suciedad” (¿sociedad?) que ha
llegado a tener de todo, de todo y en cantidades enormes... “pero los amos no
saben cuidar ni a sus perros”... y a la vista está.
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