Realización arbitraria del propio derecho.
por Ramón
Cerdá
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Hay más delitos de los que
podemos imaginar, y más leyes de las que somos capaces de aprender o tan
siquiera conocer. Uno de esos delitos que a veces no tenemos en cuenta es el
llamado: Realización arbitraria del propio derecho. O lo que siempre hemos conocido
más castizamente como tomarse la justicia por la mano. Hay veces en las que
ocurren cosas curiosas, como cuando a uno le okupan su casa y acaba denunciado
o incluso detenido por intentar recuperarla sin que a los okupas les pase nada,
o cuando entra un atracador en casa y el propietario lo lesiona; no importa que
sea en defensa propia o que sea en su casa y que el otro haya entrado con
nocturnidad, alevosía y sin permiso. Aquí parece que siempre tenga las de
perder el perjudicado.
Realización arbitraria del propio
derecho, o qué no podemos hacer cuando nos roban la bicicleta
Recientemente he podido
leer una noticia en la que alguien roba una bicicleta y el propietario se percata
de que está a la venta por internet. Queda con el vendedor, lo acompañan unos
amigos, y se llevan la bicicleta alegando que es suya. Parece que no hay
palizas de por medio ni nada de eso, pero curiosamente la policía (no tengo muy
claro por qué porque no se habla de denuncia alguna) se pone a investigar (de
otras cosas no se preocupan, pero esto parecía divertido) y acaban deteniendo
al propietario acusado de realización arbitraria del propio derecho. Detenido,
puesto en libertad con cargos y obligado a personarse en el juzgado. Supongo
que incluso habrá juicio y tal y tal... Sinceramente, puede que eso de la
realización arbitraria del propio derecho sea un delito, pero creo que también
hay casos y casos. Me pregunto qué tipo de investigación hubiera hecho la
policía si el perjudicado hubiese denunciado el robo en vez de limitarse a
recuperar lo que era suyo. ¿Hubieran sido tan eficaces? ¿El propietario hubiera
recuperado la bicicleta o se hubiera quedado retenida como prueba en caso de
que la hubieran localizado?
Son cosas que pasan.
Ramón Cerdá
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