Antes
de que Jordi Pujol Ferrusola (el primogénito de Jordi
Pujol) decidiera hacer las Américas y trasladarse a
México,había acumulado tal cantidad de dinero que se permitió un
capricho: hacerse con una de las colecciones de automóviles clásicos más grande
de Cataluña. Aunque él reside en México, una veintena de coches
fantásticos –Lamborghini, Ferrari, Porche, alguno de ellos preparados para
competir en Le Mans– se amontonan en una nave a la espera de las esporádicas
visitas de su caprichoso dueño.
En
la imagen aparece una de sus joyas, un Ferrari 328 GTS, de 1989. El último
diseñado por el gran Enzo Ferrari. Un trallazo entre coleccionistas por su
estética, su mecánica y su aerodinámica, que ha sido objeto de premio en el
mundo del coleccionismo. Pujol Ferrusola tiene por ejemplo otros dos Ferraris,
un 348 y un 360, que ya son obra de Pininfarina.
Uno
de sus grandes secretos era no ser descubierto, de hecho utilizaba una scooter
para moverse por Barcelona. Los autos escandalosos no eran prudentes y quedaban
para las carreras, a menudo compartidas con Carles Vilarrubí, ex director
general de la Entidad de Juegos y Apuestas de la Generalitat y consejero en
Telefónica en la era de Juan Villalonga como presidente.
El
patrimonioJordi Pujol Ferrusola hizo su patrimonio intermediando
adjudicaciones, favores y contratos de la Administración que dirigió su padre
durante 23 años. Su despacho de la calle Ganduxer, en Barcelona, era conocido
por el ir y venir de ofertantes de tratos fabulosos. El hereu o primogénito de
Pujol estaba a todas: negocios sanitarios, de comunicación de arte,
inmobiliarios, medioambientales o de residuos.
No
se cortaba un pelo y eso le permitió ganar una fortuna que administraba un
gestor, localizado en el barrio londinense de Chelsea, y que planeó situarlas en
las plazas más conocidas del off shore internacional: de Delaware, en EE UU, a
las islas del Canal. El primer renglón de ingresos de JP2 fue dar cobertura a
cientos de empresas en sus negocios con la Administración de la
Generalitat.
Los
encargosA ello añadió diferentes ingresos derivados del “por ser vos
quien sois”. Como el encargo de Javier de la Rosa de vender la sede
de Consorcio Nacional del Leasing (CNL), en la Diagonal
barcelonesa. CNL era una de las empresas en llamas que troceó el supuesto
financiero, récord español de condenas por asuntos mercantiles.
Y
JP2, como le llamaban en la Administración Pública catalana, donde fue temido y
odiado durante años, encontró la horma de su riqueza con las operaciones
inmobiliarias y societarias de La Seda de Barcelona en la que fue consejero de
la mano de Rafael Español. O almohadillas, un millón de metros del aeropuerto de
Barcelona en su remodelación olímpica de la mano de Ricard Bofill, asunto que
denunciaron tanto Diario 16 como El País en los 90, con Pujol en el poder.
Luego
Pujol Ferrusola se afincó en México donde comparte con dos socios la titularidad
del hotel El Encanto, en Acapulco; es gran propietario de facilidades portuarias
en Puerto del Rosario, Argentina, y se da a la dolce vita.