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Alquileres de renta antigua. El final de una época
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Hace bastantes años, cuando no tenía muy controlado eso de los
alquileres de renta antigua, recuerdo que paseando por la calle Preciados de
Madrid y por algunas otras cercanas, me preguntaba cómo era posible que ciertos
negocios pudieran sobrevivir durante tantos años con los pocos ingresos que uno
adivinaba que podían tener. ¿Cómo sacaban para cubrir los gastos si ni siquiera
podrían pagar el alquiler con lo que vendían?
Alquileres de renta antigua
Más tarde me enteré que esos locales estaban amparados por la
antigua ley, la conocida como de alquileres de renta antigua que durante
décadas impedía a los propietarios actualizar el alquiler. ¿Qué ocurría? Que
llegaba un momento en el que los alquileres pagados eran sencillamente
ridículos y no tenían nada que ver con el verdadero valor de los inmuebles.
Pero la ley protegía al inquilino hasta tal extremo que el propietario tampoco
podía quitárselos de encima, con lo cual, unos bienes que hubieran podido vender
muy bien o alquilar en unas condiciones aceptables, se quedaban sin
rentabilidad alguna.
La ley se hizo para proteger al inquilino, y eso no me parece
mal, pero lo hizo a costa del propietario, lo cual sí que es una injusticia. Si
se quería proteger al inquilino por la circunstancia que fuera, el Estado
tendría que haber subvencionado una parte del alquiler y no prohibir al
propietario que actualizara la renta como era de justicia. Así de claro.
Ahora, cuando muchos de esos propietarios se han muerto ya,
parece ser que por fin acaba el último período transitorio y las rentas se
podrán actualizar o, al menos, los propietarios podrán negociar con el
inquilino un precio razonable.
Se calcula que 200.000 son los locales afectados por la medida,
y hay asociaciones que piden una moratoria de otros cinco años. No estoy
afectado por el asunto, ni como arrendador ni como arrendatario, pero espero
que no se acepte moratoria alguna sencillamente porque es injusto, y si se
hace, que sea a cargo del Estado. Ya está bien eso de seguir pagando fiestas
con el dinero de los demás.
Ramón Cerdá
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