Antes de ser socialista, José Bono fue mando de la Guardia de Franco | |||||||||
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Por fin los diputados y senadores han declarado públicamente su patrimonio. Es algo que les honra se ha dicho en algún medio en plan perroflauta, cuando debería ser algo de obligada exposición en pancartas detalladas, en cada mitin que celebran cuando aspiran al sueldo público. Lo que han declarado los políticos ya es de dominio público, desde hace unos días. El problema es su credibilidad, si creerles o no, si declaran la verdad o la ocultan. Si falsean interesadamente la verdad, ellos mismos se engañan. Cualquier día, cuando dejen de ser inmunes, algún fiscal atípico podría husmear en sus cuentas. Después de los escándalos mediáticos que ha suscitado -y suscita-, su abultado patrimonio, la estrella de esta movida es el presidente del Congreso José Bono, al margen de la atención despertada por el que parece perfilarse como el próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha demostrado tener tanto apego a los pisos como el político socialista: cinco nada menos, y viajaba en un humeante Seat 850 la primera vez que este cronista le entrevistó. Pero ya se sabe que los registradores de la propiedad se hacen de oro. Una vez separado matrimonialmente de su mujer, Ana Rodríguez, que en 2003, antes de dedicarse a vender joyas, ganaba 20.000 euros anuales como empleada del PSOE, José Bono, no se ha quedado en la calle, como suele ocurrir en algunos divorcios. Ha declarado poseer más de 1,7 millones de euros en participaciones empresariales, 1,6 millones correspondientes a 80 participaciones de la Hípica Almenara y 1.133 euros que proceden de unas 3.000 acciones de La Atalaya 52, SL. También asegura poseer 41.543 euros contantes y sonantes procedentes de dos cuentas corrientes, así como dos hipotecas. Se especifica también que es propietario de 17 hectáreas de la citada hípica, repartidas en tres parcelas catastrales en Toledo, así como de un apartamento y dos plazas de garaje de la misma sociedad en la playa de El Campello (Alicante). Bono percibe 1.613 euros de la almazara de aceite comarcal “Sierra de Alcaraz”, además de haber recibido un adelanto de 32.500 euros de anticipo en concepto de derechos de autor por las memorias que tiene previsto publicar próximamente, tras las que media España se va a lanzar a la calle a comprarlas. Para que luego dijera Larra que “escribir en España es llorar”. Por eso, previsiblemente, Bono las escribirá en alguna de sus fincas de provincias. A todas estas cantidades hay que añadir sus retribuciones como presidente del Congreso, que se desglosa así al mes: 3.126,52 euros por asignación constitucional, idéntica para todos los diputados; más 3.605,38 por pertenecer a la Mesa del Congreso; 3.915,16 en gastos de representación, y otros 3.210,08 para gastos de libre disposición. Bono, que tiene fama de meapilas entre sus detractores políticos, quizás haya olvidado esta advertencia evangélica: “El que tiene el Espíritu de Cristo no desea “acumular riquezas en la tierra” (Mateo 6,19-21). Pero como diría Belén Esteban, la vida es una contradicción: "separado" se escribe todo junto y "todo junto" se escribe separado. Que se lo digan a este mismo cronista que conoció a José Bono, en 1971, en Portocristo (Mallorca) cuando éste realizaba un curso de mandos de la Guardia de Franco, aquella organización falangista que guardaba las esencias del Régimen. Sustituía a su padre, que a la sazón era el jefe local del Movimiento de Salobre (Albacete). Bono aprobó el curso, convocado junto al mar por las Lugartenencias Provinciales de Murcia y Albacete, cuando las dos provincias eran hermanas. Luego se pasó al PSP (Partido Socialista Popular), luego al PSOE… Bono está cobrando sueldo público desde 1979, diputado por Albacete, y no se apea del coche oficial desde 1983 que fue elegido presidente de Castilla-La Mancha, luego ministro de Defensa, presidente del Congreso. Para que luego digan, como su amigo Manuel Fraga, que la política es sólo el arte de lo posible. También de los posibles. Bono no era rico, precisamente, cuando entró en política, se lo contó a este cronista, públicamente, en exclusiva, con pelos y señales, en 1981: Lean: “José Bono es soltero. Confiesa tener unos ingresos de 105.500 pesetas al mes y bastantes gastos por la cosa de la relación política. En Albacete vive en un piso propio que le costó tres millones y medio de pesetas. No tiene servicio doméstico, aunque le ayudan dos chicas de su pueblo que viven en su casa. “Vivo cuatro días en Madrid – dice-, compartiendo un piso con un paisano”.Utiliza poco el coche, que lo tiene desde hace un par de años. Lo compró nuevo, por unas 290.000 pesetas. “¿Cuentas bancarias? Tengo una en el Banco Central que estará por unas 57.000 pesetas”, dice. Su mayor gasto son los trajes. “Tengo unas acciones en Univer, que me regaló mi tío, pero no sé si valen ya o no. Aficiones caras no tengo. En vacaciones voy al extranjero y tengo un presupuesto de 50.000 pesetas. Mi mayor afición es la montaña, en Salobre, y eso no es caro”. Bono tiene una herencia materna de diez hectáreas, en Salobre, de las que siete son de regadío. “Otra cosa importante—añade-- que tengo en mi pequeño patrimonio es un reloj marca “Chopard”, que me regaló mi padre cuando me dieron el acta de diputado”. Lo del reloj en su pequeño fue la chirigota de la UCD en todas las posteriores campañas electorales. Pero la vida de muchas vueltas. Nuestro hombre no sólo luce abundante cabellera sexagenaria sino, como se ve, otras abundancias. |
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