La teoría es muy sencilla, encerramos en la cárcel a los que
han cometido algún delito para que paguen por ello, pero solo lo hacemos
durante algún tiempo, con el fin de que a la salida de presidio se
reinserten en la sociedad. Algo lógico si ha pagado la deuda que había
adquirido con esa sociedad. Eso es lo que todos decimos... de boca para
fuera, porque en el fondo, muchos de los que dicen creer en la reinserción,
en el arrepentimiento, en el perdón... No creen en nada de eso, y menos
cuando se trata de abusos sexuales. Un violador o alguien que ha abusado en
mayor o menor medida de otras personas, incluso de niños, siempre llevará
el estigma grabado a fuego. No importa que haya liquidado su deuda en la
cárcel. No importa que se haya arrepentido de lo hecho, no importa que
quiera reinsertarse, que al fin y al cabo es lo que se le ha prometido que
podrá hacer... Nada de eso importa... Siempre será un violador y todo el
mundo lo querrá lejos de sí y de los suyos.
Abusos sexuales, el estigma
eterno
Abusos sexuales. ¿Quién cree en la reinserción?
Recientemente se ha publicado una noticia que dice que los
577 profesores que superen la oferta pública de empleo de 2016, tendrán que
acreditar que no tienen antecedentes penales por abusos sexuales. Una medida
que se extenderá «progresivamente» a los funcionarios interinos que accedan
a algún puesto de trabajo.
Me pregunto: ¿Nunca más tendrán derecho a un puesto de
trabajo? ¿Es esa la reinserción que se les ha prometido? ¿No estaremos
equivocados en nuestros métodos de reinserción? ¿Qué es lo que está
fallando?
Creo que hay mucho cinismo en nuestra sociedad, cuando
decimos que no queremos cadena perpetua ni pena de muerte... pero muchos
quisieran que todo el que entra en prisión no saliera nunca... vivo de allí.
Vivimos en una sociedad enferma y no son solo estas personas
que en algún momento han cometido abusos sexuales quienes están enfermas.
Ramón Cerdá
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