Lipdubs, consumo colaborativo,wikileaks: El poder de la organización
Una de cal y otra de arena sobre el tema de la semana, Wikileaks. Primero, la sensación del excesivo protagonismo de la prensa tradicional, de la televisión, en toda la historia, quizás para compensar la primera parte (wiki) de la palabra como símbolo de una información ciudadana que sin duda les roba terreno. Después, la mítica portada de Times que hablaba de “nosotros” como los protagonistas de la actualidad informativa, que se solicita ahora para ser ocupada por Assange. Y la eterna pregunta, repleta de sospecha ideológico-política: ¿Porqué ahora?
Un par de noticias en The economist y el NYT matizaban un poco más mis opiniones: la parte negativa está en la creación de un mundo más desconectado, más vulnerable a posibles ataques terroristas, después de las filtraciones en cuestión de relaciones internacionales, en Wikileaks. Descubría después a un Assange criado fuera de la escuela porque su madre no quería que le influenciara la autoridad, un hacker vocacional que volvía a ganarse la simpatía que he ido perdiendo por momentos ante el fenómeno.
No quiero dedicar un post a Wikileaks, faltan elementos de juicio aún, de algo que creo reflejo de una sociedad compleja, muy compleja. El estado de la cuestión, eso sí, me deja con ganas de imaginar una sociedad de verdad transparente, con muchas ganas de cambiar, muchas ideas nuevas e iniciativas que las llevan a cabo. De eso sí puedo hablar ya.
Sigo con la lectura de What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption (Lo que es mio es tuyo: la emergencia del consumo colaborativo) y profundizando en paralelo, en la exploración de lo que creo que puede llamarse ya un nuevo fenómeno de masas juvenil (y no tan juvenil), los Lipdub. Innovación social, en ambos casos, en estado puro.Autor el caparazón.
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